miércoles, 24 de septiembre de 2008

Monsieur Personne



RELATO BIBLIOGRÁFICO

Antes de escribir “La biblioteca de Babel”, Jorge Luis Borges trató infructuosamente de publicar un trabajo previo e imposible. Su propuesta fue rechazada por todos los editores, que lo tomaron por loco o por estafador. Ni siquiera su vieja amiga, Victoria Ocampo, pudo esta vez ponerse de su lado: en una lacónica nota alegó falta de fondos y zanjó la cuestión. Borges vivió varias semanas de una intensa tristeza, pero al cabo concibió el relato de la biblioteca que encierra el universo. Respecto a su primera idea, torció el gesto y pensó en que habría de tomar otro camino. Así nació el libro El jardín de los senderos que se bifurcan.

Pero su primera ficción, el proyecto original, consistía en elaborar y publicar por semestres, durante los cuarenta y cinco años que había leído que le quedaban de vida, una bibliografía universal: la recopilación de todos los títulos escritos a lo largo de la historia y en todos los idiomas. Con los beneficios del Premio Nobel –pensaba, aunque dijese lo contrario, que por esto sí se lo otorgarían- crearía una fundación para que otros continuaran la obra cuando él muriese. Con un poco de tiempo, nadie en el mundo, ni siquiera la Academia, podría ignorar el mérito de una obra que consistiría ni más ni menos que en una inmensa nota a pie de página.

Los tomos que aquí presento -–escribió en un corto prólogo, en la única página de su infinito proyecto- encierran la respuesta a la interrogación que plantea el título: “¿Quién?” Contestarlo da la cifra secreta del saber completo, el libro de todos los libros. Los argivos, los guerreros mayas, aquel cordobés que quiso aprender a escribir para cantar las glorias de su señor, el monje ruso que contaba los milagros y el primer impresor de la tabla periódica: todos se preguntaron una vez ¿quién? Yo lo formulo otra vez y apunto uno a uno los nombres. ¿Quién?

Pero las siguientes páginas están en blanco, como si el Polifemo perfecto que fue Borges, ese gigante que a oscuras recitaba a Homero, gritase de nuevo: “Nadie.”

Javier López Alós
www.revistadefilosofia.com

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